Morriña
Morriña es una de las pocas palabras del gallego que ha trascendido al castellano. No se traduce exactamente por nostalgia, no se refiere solamente al echar de menos. La morriña se padece cuando se abandona una tierra, un lugar, un origen. Se refiere en particular a un sentimiento de tristeza por estar lejos de algo, de alguien, de alguna parte.
Y al pensar en los muros, las paredes frÃas y húmedas, los peregrinos, la lluvia que confirma el cliché, la música de fondo, A Praza do Obradoiro, la imponente Catedral, la Sombra del Peregrino, los colores grises, las Vieiras de plata y oro, las Dos MarÃas, me invade esa sensación morriñenta, esa congoja del que está a punto de abandonar, de marchar y de dejar atrás.
He aprendido con cada paso dado, cada año vivido aquà me sirvió para extirpar partes de mà que ahora han quedado atrás y llenar esos vacÃos de nuevos yos que me acompañarán por tiempo indefinido. Asà que miro una última vez atrás para despedirme de Santiago de Compostela. No solo de la ciudad en sÃ, sino también de lo que permanecerá aquà con ella.
Después, supongo que mi morriña se la llevará el viento, las gotas impertinentes, incesantes e incansables de toda la lluvia que cae y caerá en la ciudad peregrina. No, la verdad es que miento. Porque, si hay algo que no dije aún, es que la morriña no suele abandonar por completo a aquellos que la padecemos. Y menos aún cuando pertenecemos a estas tierras.
Por Mrs. SofÃa el 30/6/2017
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